jueves, 5 de marzo de 2015

El secreto de la #EternaJuventud: la precariedad laboral

Hoy ha sido mi primer día de trabajo en un nuevo lugar.

Este hecho, debido a como está el percal, no puede hacer otra cosa que alegrarme.
¡Tengo curro!

Pero la realidad es que no solo me alegra, sino que me hace sentir muchas cosas a la vez, complementarias y contradictorias, incluso he llegado a vivir una regresión.

Es el mismo cometido que me dieron cuando conseguí mi primer curro con 14 años: estar al cuidado de unos niños. Unos niños a los cuales adoro y con los que me encanta compartir el tiempo, dicho sea de paso.

Ha hecho tela de calor desde entonces, dieciseis años en los que me he dedicado a formarme, adquirir experiencia, trabajar en lo mio (como tanta gente) ... y de repente me encuentro sentada en un sofá, divagando una vez más sobre la precariedad, el futuro... y manteniendo las trompas de eustaquio en estado de alerta por si alguno de los pequeñuelos se despierta y requiere mi presencia.

Quizás algunas generaciones hemos sido condenadas a la eterna juventud. Algo que en abstracto puede parecer atractivo, pero que cuando se vive en primera persona, llega a ser desesperante al cabo de algunos años.
¿Cuando podremos ser adultos? ¿Cuando tendremos un empleo estable? ¿Una vivienda? ¿ Y un plan de vida que dure más que el contrato de tres meses que te suelen hacer si tienes suerte...? ¿Cuando dejaremos la mochila que llevamos de ciudad en ciudad en busca de un futuro?
¿Tener niños dices? ¡Espera que primero me vaya yo de casa!

Observo entre mis colegas y parecemos la misma pandilla de aquel verano del 2000, la única diferencia es que todas tenemos algún título y gran experiencia en campos concretos y tantos años de estudio y trabajo han hecho que aparezcan las primeras huellas que te avisan de que "ya estás un poquito más mayor". Parece que lo de convertirse en adultos solo afecta a nivel físico últimamente.

Politóloga que limpia casas, bióloga que da clases de apoyo a estudiantes de la ESO, arquitecto que reparte periódicos por las mañanas, cocinero que raciona menús en los buzones del barrio, técnica audiovisual que come gracias a que cuida niños...
Eso si, ¡podemos incluso ganar más dinero que ejerciendo nuestras profesiones!

Más de 30 años y te encuentras en la misma habitación de tu infancia, sin ni siquiera poder acariciar la idea de independizarte...

Sigo en el sofá, sintiendo la misma inestabilidad emocional que en la adolescencia, y cojo del bolso el periódico Diagonal.

¡A ver si leyendo otras cosas salgo de este bucle de pensamientos recurrentes!

Llego a la pagina 24 y leo ojiplática el titular:

"La juventud como categoría social está muriendo de éxito". La cultura juvenil está en crisis. La juventud se ha convertido en la etapa más duradera de la vida y en la base del precariado... [leer articulo completo]

Pues va a ser que no estoy divagando tanto y que todo es consecuencia de otras muchas cuestiones.

Tendremos que acostumbrarnos a la cárcel de la juventud eterna o romper los barrotes y crear otras formas de sobrevivencia, como dice Carles Feixa en la entrevista a Diagonal "convertir el estigma en emblema".

¡Juventud sin futuro nos vemos en las calles
para luchar por los derechos que nos roba el capital!

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